La hipertensión portal es una condición médica caracterizada por un aumento de la presión en la vena porta, que transporta sangre desde los órganos digestivos hacia el hígado. Esta elevación de presión puede deberse a diversas causas, siendo la cirrosis hepática la más común en países occidentales. Cuando los tratamientos médicos y endoscópicos no son suficientes para controlar las complicaciones asociadas, se considera la intervención quirúrgica como una opción terapéutica.
¿Cuándo se indica la cirugía en la hipertensión portal?
La cirugía se reserva para casos específicos, especialmente cuando:
- Existen hemorragias recurrentes por várices esofágicas que no responden a tratamientos farmacológicos o endoscópicos.
- La ascitis se vuelve refractaria al tratamiento médico.
- Se presenta hidrotórax hepático refractario, una acumulación de líquido en el espacio pleural debido a la hipertensión portal.
- El paciente no es candidato para un trasplante hepático o mientras espera uno.
Opciones quirúrgicas disponibles
Derivación portosistémica intrahepática transyugular (DPIT)
La DPIT es un procedimiento mínimamente invasivo que crea una conexión entre la vena porta y una vena hepática, permitiendo que la sangre fluya directamente al sistema venoso sistémico, reduciendo así la presión portal. Este procedimiento es especialmente útil en casos de:
- Sangrado variceal refractario.
- Ascitis refractaria.
- Hidrotórax hepático.
Derivaciones quirúrgicas
Estas intervenciones crean un «bypass» entre la vena porta y otra vena sistémica, como la vena cava inferior. Aunque menos comunes en la actualidad debido a la DPIT, pueden considerarse en pacientes seleccionados.
Esplenectomía y desvascularización gástrica
En casos de hipertensión portal prehepática, como la trombosis de la vena porta, se puede considerar la esplenectomía parcial combinada con desvascularización gástrica, especialmente en pacientes jóvenes o cuando otras opciones no son viables.
Consideraciones preoperatorias
Antes de cualquier intervención quirúrgica, es esencial una evaluación exhaustiva que incluya:
- Estudios de imagen para evaluar la anatomía vascular.
- Pruebas de función hepática y renal.
- Evaluación del estado nutricional y general del paciente.
Además, es fundamental discutir con el equipo médico los riesgos y beneficios de la cirugía, así como las expectativas postoperatorias.
Recuperación y seguimiento
La recuperación postoperatoria varía según el tipo de intervención realizada. Es común que los pacientes permanezcan hospitalizados durante varios días para monitorear posibles complicaciones. El seguimiento a largo plazo incluye:
- Evaluaciones periódicas de la función hepática.
- Estudios de imagen para verificar la permeabilidad de las derivaciones.
- Control de síntomas y ajuste de tratamientos según sea necesario.