Manejo del dolor tras una cirugía abdominal: lo que debes saber

El dolor tras una cirugía abdominal es una experiencia común y esperada, especialmente en intervenciones relacionadas con el hígado, el páncreas o las vías biliares. Aunque es parte natural del proceso de recuperación, su manejo adecuado es crucial para evitar complicaciones y favorecer una evolución positiva. Un control deficiente puede alargar la estancia hospitalaria, afectar el estado emocional del paciente y comprometer la rehabilitación postoperatoria.

¿Por qué se produce dolor después de una cirugía abdominal?

Durante una intervención quirúrgica, se lesionan inevitablemente tejidos y nervios. Esto activa los receptores del dolor, generando inflamación y una respuesta inflamatoria localizada. A esto se suma la inmovilidad postoperatoria, la acumulación de gases en algunas cirugías (como las laparoscópicas) o la presión en la zona intervenida, lo que intensifica la molestia.

En operaciones mayores, como una resección hepática o una pancreatectomía, el nivel de dolor puede ser más alto debido a la profundidad y complejidad del procedimiento. Sin embargo, con un plan adecuado, se puede controlar de forma eficaz.

Fases del dolor postoperatorio

Fase Duración aproximada Objetivo principal
Inmediata Primeras 48 h Control estricto del dolor agudo y evitar complicaciones.
Subaguda Días 3 a 7 Transición a analgésicos orales y movilización progresiva.
Intermedia Semanas 2 a 4 Disminución de la intensidad del dolor y recuperación funcional.
Tardía Más de 1 mes Identificación de dolor residual o crónico y tratamiento específico.

¿Qué tratamientos se utilizan para el dolor postoperatorio?

La estrategia más utilizada actualmente es la analgesia multimodal, que combina distintos tipos de fármacos y técnicas no farmacológicas. Entre los más comunes se encuentran:

  • Analgésicos orales como paracetamol o antiinflamatorios (ibuprofeno, dexketoprofeno).
  • Opioides de baja dosis si el dolor es más intenso.
  • Bloqueos nerviosos o anestesia regional, sobre todo en cirugías mayores.

En algunos casos, se recurre a la infiltración local con anestésicos durante la cirugía o al uso de infusiones intravenosas continuas en las primeras horas del postoperatorio.

Recomendaciones prácticas para el paciente

Además del tratamiento médico, el paciente puede contribuir a mejorar su experiencia siguiendo algunas pautas que han demostrado ser eficaces:

1. No esperar a que el dolor sea intenso: tomar la medicación de forma regular ayuda a mantener el dolor controlado.

2. Mantenerse activo: pequeños paseos desde el primer o segundo día, si el cirujano lo permite, mejoran la circulación, reducen la rigidez y disminuyen el dolor.

3. Cuidar la alimentación: una dieta equilibrada favorece la cicatrización, ayuda a prevenir estreñimiento y mejora el bienestar general.

4. Vigilar la herida quirúrgica: el dolor que aumenta repentinamente o que se acompaña de fiebre puede ser señal de infección y debe ser consultado.

¿Cuándo consultar al médico por el dolor?

Hay síntomas que no deben ignorarse y requieren atención médica inmediata:

  • Dolor que no mejora con la medicación habitual.
  • Dolor acompañado de fiebre o supuración de la herida.
  • Sensación de opresión abdominal intensa, náuseas persistentes o dificultad para respirar.
  • Molestias punzantes, sensación de ardor o calambres, que podrían indicar un componente neuropático.

Evitar el dolor crónico tras la cirugía

Una de las complicaciones a medio plazo más frecuentes es el desarrollo de dolor postoperatorio crónico, especialmente si no se ha tratado de forma adecuada desde el principio. Para prevenirlo, es importante:

– Controlar el dolor desde las primeras horas.
– Favorecer una recuperación activa.
– Evaluar el dolor a las pocas semanas si persiste.
– Evitar la automedicación prolongada sin supervisión.

Autor

Dr Rubén Ciria Bru

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